Nadie cuestiona hoy en día que el ejercicio es una parte integral del tratamiento de la diabetes tipo 2, junto con la dieta y la terapia medicamentosa. De hecho, y desde hace varios años, la Asociación Americana de Diabetes (ADA) recomienda para toda persona con diabetes tipo 2 que no tenga contraindicaciones practicar deporte a un nivel alto, en concreto al menos 150 minutos por semana, repartidos entre “la mayor parte de los días de la semana”, de ejercicio aeróbico a una intensidad del 50-70% de la frecuencia cardiaca máxima, junto con ejercicio anaeróbico de resistencia 3 días por semana.
Respecto a este último tipo de actividad, se sugiere hacer 3 series que impliquen a los grandes grupos musculares (dorsales, pectorales, bíceps,…), con un peso que permita hacer 8-10 repeticiones en cada serie. El nivel de evidencia que apoya estas recomendaciones es el A, es decir, el máximo, avalado por estudios que han dado resultados con una elevada significancia estadística.
Muchas de las personas con diabetes tipo 2 pueden incluso prescindir del tratamiento medicamentoso gracias al ejercicio.
Sin embargo, las cosas no están tan claras en pacientes con diabetes tipo 1. Las ventajas son menos evidentes, entre otros factores porque el aumento de sensibilidad a la insulina asociado con la actividad física tiene menos importancia en la diabetes tipo 1 que en la 2, donde la resistencia a la insulina desempeña un papel primordial.
Respecto a este último tipo de actividad, se sugiere hacer 3 series que impliquen a los grandes grupos musculares (dorsales, pectorales, bíceps,…), con un peso que permita hacer 8-10 repeticiones en cada serie. El nivel de evidencia que apoya estas recomendaciones es el A, es decir, el máximo, avalado por estudios que han dado resultados con una elevada significancia estadística.
Muchas de las personas con diabetes tipo 2 pueden incluso prescindir del tratamiento medicamentoso gracias al ejercicio.
Sin embargo, las cosas no están tan claras en pacientes con diabetes tipo 1. Las ventajas son menos evidentes, entre otros factores porque el aumento de sensibilidad a la insulina asociado con la actividad física tiene menos importancia en la diabetes tipo 1 que en la 2, donde la resistencia a la insulina desempeña un papel primordial.
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